Reseña sobre “Amiga” de Malena Saito (o sobre cómo escribir una reseña sin 101 clichés)

por Sofía Collavino


¿Cómo se pueden reinventar palabras tan desgastadas en la poesía como “confianza” y “amor”? Yo no lo sé, pero quien sí lo sabe es Malena Saito. Una sábana de desconsuelo cubre las páginas de “Amiga”, hay algo que está roto y se debe arreglar. Sin embargo, es verano, hace calor, y es temporada de frutas.   

Antes de continuar, una confesión: pocos artículos fueron tan difíciles de escribir como estos breves párrafos. La magia de este poemario radica fundamentalmente en la precisión con que Saito consigue cartografiar escenas cargadas de angustia e inseguridad, o de calma y autoconocimiento sin, nuncajamás, utilizar estas palabras. Me encuentro entonces con este sentimiento: quisiera hablar de cómo la palabra “cuidado” se convierte en un momento de profunda ternura, pero prefiero no empañar esa constelación de sentidos con palabras a medias.

“Amiga” es una crónica de amor propio, con abrazos en cada página, que pide una lectura íntima y pausada, atenta a los detalles más pequeños. Saito logra tejer una sensibilidad profunda y cotidiana, y se atreve a hacer las preguntas que, quizá, nosotrxs también nos hicimos alguna vez pero no nos animamos a compartir con nadie: “¿Vos también sos hostil?”, “¿Cómo se verá nuestro miedo?”, “Amiga, ¿yo te aburro?”, “¿El amor es una frazada tirada en la calle? / ¿Un perchero en el medio del mar?”.

Mientras tanto, los días, idénticos, se pegotean al cuerpo y un desfile de anónimos entran y salen de la casa, que muy de a poco, se convierte en refugio.

Aprendí a lavar la ropa a mano
es el tiempo que dedico, un nuevo tiempo
donde solo hay que borrar las manchas
y no perderse en explicaciones ingratas
¿Siempre habrán existido las horas?
 
¿Y yo qué hacía con ellas?
 
el sol tiñe mis vestidos
en un rato, estarán tibios.
Cualquier persona
podría cruzarme en la calle  
y sentir la necesidad de acostarse conmigo.

Esos trucos pequeños, para sobrevivir a la soledad del verano se revelan a cuenta gotas, interrumpidos cada tanto por el vértigo de la recaída, en susurros los poemas aconsejan descubrir alguien con quien se puede compartir vulnerabilidades o contemplar la tarde en silencio.

Si te escribo demasiado
no te asustes
es difícil quedarse en esta casa
cuando pasa al tren y una no espera a nadie.

Pareciera ser necesario mantener las ventanas abiertas el mayor tiempo posible, pero no por el calor, sino porque de vez en cuando, algunas respuestas entran volando por ahí. Y los pedacitos que hacían falta, que se habían perdido, que se cayeron detrás de un mueble empelusado, regresan, nuevos. Ahora solo falta limpiar un poco, terminar esta reseña, e ir a recomendárselo a alguien (que necesite leer Amiga y no sepa).

Voy a ir
desapareciendo
llevándome las cosas
que dije
que iba a venir a buscar
vaciando los cajones
consumiéndolo
todo
hasta que no haya nada
que pueda
pudrirse.
Voy a apagar la luz
y
cerrar
la puerta 

Si te gustó esta reseña, creemos que te pueden interesar estos otros textos:

Un comentario en “Reseña sobre “Amiga” de Malena Saito (o sobre cómo escribir una reseña sin 101 clichés)

Deja un comentario