Estafadores y Estrafalarios

Por: Agustín Scarinci
@agustin_scarinci

Los asesinos de los días de fiesta, de Marco Denevi. Adaptación por Hernán Costa. Con Uki Cappellari, Nico Carbone, Alberto Carmona, Gabi Giusti, Caro Manetticusa, Gustavo Reverdito, César Riveros . En el Teatro “La Carpinteria”. Jean Jaures 858. Funciones: sábados 20.00 hs.

La obra retrata a seis estrafalarios hermanos que asisten a funerales haciéndose pasar por deudos con el fin de apropiarse de los bienes del difunto. La idea se les ocurre en el entierro de Betseba cuando una mujer se acerca al ataúd y al romper en lágrimas entristece a toda la concurrencia, que hasta ese momento no había demostrado interés alguno. Entonces, al enterarse que un adinerado de origen francés, Lalanne, ha muerto, deciden irrumpir en el entierro y hacerse pasar por sus deudos. De aquí en más, los hermanos buscaran hacerse con la fortuna de Lalanne a toda costa.  Con su justa cuota de humor, Iluminda, Anacarsis, Honorato, Meneranda, Lucrezia, Patricio de la Escosura (los hermanos) y el Dr. Valerio Cáceres nos llevaran de viaje por la condición humana, siendo el amor, la codicia, la avaricia, y el erotismo sus estaciones principales.

Los hermanos no aprenderán nada durante el transcurso de la obra y harán todo lo que esté a su alcance para lograr su cometido, el cual logran sin demostrar el menor arrepentimiento. No hay ningún mensaje moral en esta obra. El objetivo primordial no es la moral, sino el humor. Al satirizar la obra actos reprochables, los espectadores se reirán de lo que en otras circunstancias podría indignar. Asimismo, podría incomodar ciertas observaciones de los personajes acerca de zonas más ricas que otras y de la procedencia de los más adinerados. Lalanne, con su apellido francés, es juzgado por los personajes como un hombre pudiente sin dudarlo—y de hecho lo es.  Las aspiraciones de la clase media se ven reflejadas en estos personajes que buscan a toda costa mejorar su situación económica. La casa propia, cuadros franceses, vajilla de plata y la herencia son, a fin de cuentas, lo que les aseguraría el estatus deseado. Sin embargo, cuando Lucrezia se enamora de Cáseres, el abogado que les facilita los papeles de la sucesión de Lalanne, demuestra la necesidad de afecto que atraviesa a todo ser humano. La materialidad no puede suplir la falta de amor. Lucrezia sufre las consecuencias de esa hambruna amorosa y al prohibírsele una vida junto a Cáseres decide suicidarse. Los hermanos, sin mucho reparo, siguen con si vida cotidiana, como si nada hubiera pasado.

La propuesta se desarrolla en un escenario de tipo circular, con austeridad escénica y escasa iluminación. Una pantalla al fondo del escenario divide las diferentes locaciones y sublocaciones cuando es conveniente.  Esto es así porque el sustento dramático son los personajes y  son ellos los que crean la ilusión de estar dentro de la casa que usurpan y a la que describen al transitar por ella. Haciendo uso de este recurso, los espectadores se adentran en las locaciones desde la perspectiva de los personajes, como también asumen sus puntos de vista ante los hechos. También hay uso de linternas para intensificar las intromisiones de los personajes cuando comentan la escena que acontece.  

Comedia negra sin ninguna duda, esta adaptación de Marco Denevi  pone en relieve los deseos y aspiraciones de sus personajes como reflejo de lo que subyace la naturaleza humana. Los hermanos, aunque embaucadores y sinvergüenzas, logran la aceptación del público a fuerza de humor.

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