Diario de escritora III: aire propio, aire ajeno.

por Noa Abraham

imagen de Wanda Pimentel

Viernes 3 pm, hace frio, hay sol, es Mayo.

Pasa el tiempo, me pasa el tiempo. Anoto la vida para notarla.
Escucho a Pizarnik decir: pero vos mi amor, no me desmemories.
Y también: ¿Por qué, Silvina adorada, cualquier mierda respira bien y yo me quedo encerrada y soy Fedra y soy Ana Frank?
Son las cartas maravillosas de Alejandra Pizarnik a Silvina Ocampo. Son cartas que se escriben las amigas, las muy queridas.
Yo no soy periodista (el gremio me parece una infamia, como a Martínez Estrada). Yo no sé escribir de hoy pero tengo una urgencia: sabernos frágil. Saber como saborear-el sabor en la boca- de los poemas y de lo frágil. Por eso acuerdo con Alejandra.
La vida anotada, la que noté para mí y para mis amores: y yo amo a cualquier mierda que respire mal, y peor.
Lo digo con el corazón, que se entienda.
Y me gusta el poema de Georgina Herrera que se llama Los poetas y termina diciendo:

Surge así el poema,
nuestro modo
de hacer saber hasta qué punto hicimos grandes
a momentos, a seres tan pequeños.

Sopla un viento divino, es Buenos Aires, son nuestras cosas, un viajecito al mar, andar con el corazón un poco triste y palpitante/
entonces Buenos Aires
las frases que anoto, el aire que pasa por las letras-
las frases que anoto, la vida que anoto: anotar la vida para notar la vida.
Las frases son aire ajeno, aire propio.

Y un sol, un sol es una dificultad.

La llamada: Silvina, Sylvie, Sylvette
La caricia errante, la ternura lúcida y atroz de Alejandra:

Sólo un nombre
alejandra alejandra
debajo estoy yo

alejandra.

El tesoro: un cuerpo que se raja, se rompe, se transforma y es todo para el encuentro.
Y vos, mi amiga, no me desmemories:
una fiesta en la loma del orto
un bondi donde te morías de risa
ya no quiero escribir dijiste; tomo vino, fumo, algo se me estalla.

Es la vida mi querida, tu vida.

Con el pucho de la vida
apretado en el cenicero
Nocturna mas no funesta
Me preguntan, yo respondo:
Tiren, tiren, que no se rompe.

Sábado, 3 de la tarde, un sol divino de otoño, es Buenos Aires, son nuestras cosas.
Todo lo que necesito es un cuarto para sanar y un anotador chiquito.
Y decirle a Alejandra, aunque los siglos nos desmemorien:
Cada cual se esfuerza, cuanto puede, en que todxs amen lo que él ama y odien lo que él odia; de ahí aquello del poeta: Amantes, conviene que esperemos y temamos a la vez; hay que ser insensible para amar lo que nadie nos disputa.

Spinoza


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